viernes, 6 de agosto de 2010 | Por: Pedro López Ávila

Andrés Rueda

Andrés Rueda
www.galeriadeartelazubia.com

Andrés Rueda Nace en Piedrahita  (Ávila) en 1956. Desde muy joven se siente profundamente atraído por la pintura impresionista y, desde pintor en las calles, se va abriendo camino hasta exponer en galerías como Galería Hanson (California), Galerie Lauswolf (Holanda), Hanson Gallery (U.S.A.), Eboli  (Madrid), Sala Braulio( Castellón) etc..Hasta llegar a una dimensión de ser reconocido como uno de los mejores pintores impresionistas de nuestra época. Su obra se encuentra distribuida por España, Alemania, Argentina, Francia Luxemburgo y Londres entre grandes coleccionistas de arte.

Cuando Renoir llegó a decir que el objeto de un cuadro consistía simplemente en decorar una pared y por eso era imprescindible que los colores fueran importantes por sí mismos, no era sino el reconocimiento del carácter marcadamente hedonista de la pintura impresionista.

No era sino encender el pincel en el lienzo de tantos ilustres pintores que nos ha dado desde entonces la historia del arte y que emerge hasta nuestros días, llevado con una fidelidad exquisita por Andrés Rueda.

Antes bien, no se debería hablar de pintura impresionista sin que la memoria visite uno de los principales elementos suministrador de datos para este movimiento: la aparición de la cámara fotográfica y la influencia en su desarrollo.

Desde la época de Renoir, Monet , Pissarro o Sisley, entre otros, hasta nuestros días el avance de las técnicas de la reproducción de imágenes ha sido vertiginosa y de las que han hecho uso todos los pintores hasta nuestros días, y como buen impresionista (en las más de las veces), neoimpresionista o posimpresionista en otras, Andrés Rueda ha conseguido un uso magistral de las mismas.

Con esto no quiero decir que Andrés no observe el paisaje, con sus colores, el momento de luz, más allá de las formas que subyacen sobre él, su luminosidad, los colores que rodean a los colores con su poder evocador (de sensaciones, vivencias y recuerdos), los contrastes o los objetos de la naturaleza, no en su corporeidad, sino en la disolución cromática que provoca en ellos la luz, el sol y el aire, hasta llegar a encontrar en su obra algunos aspectos del puntillismo.

La mirada de Andrés Rueda penetra en la Naturaleza, en el paisaje urbano o agreste, los fotografía y, tras un elaborado proceso informático, los contornos se disuelven en medio de la niebla y de la pesada atmósfera que tan sensiblemente ha sabido captar, de tal suerte, que la cúpula de la Catedral de San Marcos nunca ocuparía un lugar secundario en una pintura figurativa.

Utilizando una pincelada decididamente suelta y rota, pone especial énfasis en los acentos de luz que se reflejan en el agua para captar el centelleo y los efectos de esa luz y, con un leve, pero poderoso velo unifica la escena.

La destrucción de las formas las lleva a un sutil juego del agua con las nubes o las flores desparramadas de los jarrones o las mañanas de niebla, disgregando el perímetro de los objetos, en un lírico intento de llevar una fiesta de luz y de color (de colores puros con frecuencia). De ahí que en su pintura haya más de sentimiento que de academicismo y de ahí, también, que se encuentre siempre rodeado de poetas, porque su pintura es poesía misma.

Pedro López Ávila
Compartir:

5 comentarios:

Andres Rueda dijo...

Que alegria.....por finnnn...

un abrazo compañero

Andres

L.N.J dijo...

Conocí a Andrés hace poco, a través de este medio.

A veces, las personas que no entendemos de arte, en mi caso, de pintura; dejamos pasar por alto lo que vale todo un esfuerzo, entrega, don y riqueza de tales genios y talentos. A veces, la ignorancia puede más que la curiosidad, hasta que se presenta ésta última como un detalle precioso en la vida.
Es un genio porque le sale de dentro, porque lo vive, se da sin nada a cambio y ha trabajado ,para por fin, obtener los resultados que se merece.
Siempre que veo un cuadro suyo, veo a un niño loco por sus pinturas, sumiso y respetuoso con sus pinceladas. Con un amor universal, ese que le hace único, como es él. Sumergirse en su pintura es un placer, siento que revolotean colores con días de niebla.

Te deseo lo mejor Andrés, ese recorrido que has caminado a solas, sea reconocido como te mereces. Cuando mamamos y vivimos desde muy pequeños lo que nos gusta, morimos con ello. Es fácil de entender ,porque el arte es vida y la vida se vive con arte.

Pedro, muchas gracias por estas entradas. Os felicito a los dos.

Saludos.

Pedro López Ávila dijo...

Cuando la mirada ve más allá de los colores de nuestro amigo Andrés, comprobamos que el ocaso o el alba están clavados en la luz.

L.N.J. dijo...

Hola Pedro, vine para decir que dejé un comentario en "La cámara oscura" y no lo veo. Espero no haberme equivocado.

Estoy encantada de descubrir personas como tú, que saben llegar con tanta sensibilidad al arte de los demás. Quizás porque además de haberlo aprendido, lo llevas dentro desde siempre.
Para mí eso es sabiduría, entre otras cosas, también, una inclinación sobre gustos propios.

Saludos.

Pedro López Ávila dijo...

Gracias,primor. Con tu sinceridad y tu modestia se aprende a ser feliz, que no es poco.