jueves, 7 de junio de 2012 | Por: Pedro López Ávila

LA PERSONA


Balderas - El hojalatero - www.galeriadeartelazubia.com

Una cosa es como creemos que somos, otra es como aparentamos ser, otra como nos ven los demás y otra, bien distinta a las anteriores, es como somos.

El recuerdo de una buena acción o de una gracia particular nos hace creer que somos bondadosos y ponderados, o que nos vean o nos piensen como juiciosos e imaginativos.

Por el contrario, a veces, una simple mueca de desagrado, que no hemos sabido dominarla, corrompe a aquellas primeras impresiones que se tienen sobre nosotros y nos aflige y nos conduce a la impostura en nuestra forma de ser.

A partir de ahí, nos juzgamos a nosotros mismos y a los demás como si el hombre estuviera hecho de una naturaleza monolítica e inmutable por la que siempre tiene que caminar en una misma dirección para no defraudar en los otros lo que aparentamos ser o lo que nuestra conciencia cree de nosotros.

Tenemos una enorme fragilidad para calificar lo que fuimos ayer como si hubiéramos sido de la misma manera desde siempre y para siempre, y no mirar lo que somos hoy (ahora) o cómo podríamos ser en un futuro y, por consiguiente, estamos continuamente evaluando a los demás según los dictados de los formadores de conciencias, cuyo objetivo último es "el recto proceder" en el momento concreto, según convenga.

Ese "recto proceder" que tanto lastima a las almas más débiles y les turba los sentidos, impide ver el engaño, la avaricia, la tiranía sumergida, la inclemencia, el dolor y la llegada sigilosa de la muerte; sin haber sentido la mínima percepción, durante la existencia, de una realidad distorsionada (hecha a golpe de martillo y prodigiosa agilidad ) para distraer la consideración que debemos tener sobre la persona, entendida esta como sujeto enlazado a otros sujetos y a los objetos, es decir, la persona como una unidad estructural abierta al mundo y a los otros, pues el mundo adquiere todo su sentido desde el momento que existen otros.

Y, al ser precisamente esos otros los que dan sentido a la existencia, no debemos expulsarles furiosamente su pensamiento o arrebatarles su individualidad y su esencia, o desviarles y cerrarles los ojos, con el objetivo de alcanzar el domino y la aniquilación de los que son distintos, porque hayan seguido travesías distintas en la interpretación (racionalista o vitalista) de su relación con el mundo en el proceso existencial.

Tenemos que aprender a vernos cómo somos, cómo son nuestras conductas y nuestros comportamientos en cada momento en que actuamos, no adaptando nuestras conciencias a las circunstancias más provechosas, que culminen exclusivamente en el beneficio propio, buscando, posteriormente, el refugio en lo que el denominador común considera natural, pero que no puede ser más antinatural en el destino del ser humano frente al mundo.

Valorar la vida por lo que se es o por lo que se aparenta o se pretende ser es abandonar la utopía de deshacernos de los demonios que nos acechan y el triunfo de la miseria y debilidad humana.

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3 comentarios:

Jesús Amaya dijo...

Pedro, te mando el famoso poema- falsamente atribuido a Pablo Neruda- de la escritora brasileña Martha Medeiros, poema que me ha venido a la memoria después de volver a leer tu escrito:

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos
trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su
vestimenta
o bien no conversa con quien no
conoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino
de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones
destrozados.
Muere lentamente
quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir
detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos...
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!

Un abrazo,
Jesús Amaya.

http://jesusamaya.blogspot.com.es/

Marinel dijo...

Es tan difícil "ser"
Tarea ardua el complacerse siendo tal cual se es sin el constante apremio de agradar y/o desagradar,que también.

Hay que seguir unas pautas mundanas donde priman una serie de sentimientos baldíos,pero que todos aceptamos en mayor o menor medida para salvarnos de lo que supone ser diferente.

Y con ser diferente, no me refiero a la apariencia básica,como el color, el sexo,etc
Sino a esas otras diferencias internas que de asumirlas y exponerlas libremente podrían tener efecto boomerang y volver a impactar en nosotros mismos dañándonos.

La sensibilidad,la empatía, la fragilidad y alguna que otra concesión blanda del carácter,está demostrado que puede causar daños viscerales de complicada curación.

No imposible gracias a la máscara, a ese juego de aparentar lo que no se es abiertamente en el plano cotidiano.

Ufff
No sé si he conseguido explicarme,así que perdona la perorata que acabo de soltarte.
Un beso.

Anónimo dijo...

Magnifica la descripción de los avatares de la politica en este mundo globalizado, tan neoliberal y tan de la Sra. Merkel, espero que los vientos que soplan por Francia nos liberen de todos ellos, y no nod hagan permanecer cerca de las fauces de los nuevos ultras.
un abrazo y enhorabuena. Raimundo