miércoles, 13 de febrero de 2013 | Por: Pedro López Ávila

LOS NEGOCIOS


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Desde luego que en esta procelosa vida española a la que estamos asistiendo como atónitos espectadores, cada día nos parecemos más a estilos y formas de gobierno de ciertos estados en donde predomina la esclavitud política y civil.

Es raro el día en que no nos acostamos con un escándalo de corrupción política y amanecemos con otro de mayor envergadura, que parece necesario y oportuno para acallar al anterior.

En esta época tan licenciosa y enferma, las leyes reglamentadas truculentamente nos hace pensar a algunos que estamos viviendo un periodo de nuestra historia, con un gran cambio cualitativo, que nos está conduciendo, desde un poder arbitrario, a un profundo retroceso económico y moral.

El hombre actual ha quedado a expensas de lo que disponga el mundo de las finanzas, de tal suerte que una minoría posee todas las riquezas de la nación, en gran parte fuera de nuestras fronteras, mientras que el resto de los ciudadanos no poseen más que lo necesario, y otra parte, cada vez mayor, gime en la pobreza.

Me cuesta trabajo decir por ser muy recurrente, no por ello deja de ser una parte muy importante de verdad, que los dirigentes públicos y la maquinaria financiera internacional sean al unísono responsables directa o indirectamente de la situación de angustia en que vive sumida nuestro país, por la recesión económica, en la que parece ya instalado sine die.

Pero, También es conveniente decir, por otra parte, que nuestro pueblo lleva siglos instalado en la ramplonería, en la mediocridad y en la envidia.

El pueblo americano que, por cierto, tiene la mayor deuda del mundo y al que por distintos motivos ideológicos, unas veces con más razones que otras, se le ha visto muy denostado por su estructura político-económica, sin embargo; nunca se le ha concedido la distinción de ser un pueblo acogedor y, por tanto, profundamente multiracial, en donde cualquier ciudadano sea de la etnia o procedencia social que fuere, puede gozar de las oportunidades que le ofrece la sociedad para obtener ganancias. Algo que parece elemental en cualquier economía de mercado.

Nadie habla del éxito, o el sueño americano, esa costumbre que empuja a los hombres del mundo entero a la búsqueda de nuevos estilos de vida, de oportunidades nuevas para triunfar en el espacio de los negocios, de la política, de la industria cinematográfica o de la expansión cultural que se hace de sus autores más representativos, por ejemplo.

Poco sabe el pueblo americano de Bill Gates y Paul Allen, de Rockefeller o del mismísimo Barak Obama, salvo que son triunfadores sociales y como tal se les tienen en la consideración más alta. Esto por señalar algunos de los millares de ejemplos que se dan en E.E.U.U.

Muy al contrario, tenemos en España una falsa y peor conciencia de clase: se condena a las funerarias, porque se saca demasiado provecho de la muerte de los demás, le hacemos la cuenta al médico particular, por supuesto, de lo que puede ganar en función a los pacientes que hayamos visto ese mismo día en su consulta y a razón de lo que nos ha cobrado; miramos con sobresalto el coche que se ha comprado el vecino; despreciamos las multinacionales y las grandes superficies, sin reparar en los puestos de trabajo que estas proporcionan; fastidiamos a la frutera, porque abre sábados y domingos, denunciamos al que vende higos chumbos en la vía pública y nos alegramos del hundimiento de los constructores, aunque se haya sido encofrador y ahora se esté malviviendo con 420 €., en un exceso de magnanimidad estatal.

En fin, todos saben lo que estoy diciendo de un pueblo que se ha preocupado más lo que hacen o ganan los demás que de uno mismo.

Todos estos juicios tan viciados, que tiene nuestra sociedad, parten de un principio erróneo que debe saberse: para sacar algún provecho en este modelo económico en el que vivimos y el que tenemos, se debe obtener ganancia, pues de no ser así habría que condenar todo tipo de negocio.

Que cada cual sondee en su interior y verá que en nuestros íntimos deseos, en su mayor parte, nacen y se alimentan a expensas de los demás.

Otra cosa bien distinta es que lo que recauda el estado de las actividades empresariales no sea administrado por el mismo de forma lícita, y la política se haya convertido en un negocio que proporcione más ingresos y beneficios a sus dirigentes que cualquier actividad empresarial, y, por si fuera insuficiente, para no dejar rastro, algunos de nuestros políticos patriotas se lo llevan fuera de España. Vamos, un asco.

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1 comentarios:

Marinel dijo...

Te leo y es como vernos frente a un espejo donde invariablemente nos vemos de verdad,algo así como al despertar desgreñados,somnolientos,pálidos y con ojeras.
Vamos un asco hasta que nos aseamos.
Pues eso...
Que sí,que somos así los españoles y nos están dando dos tazas de caldo,pero también nos las dan mientras nos apalean en exceso,creo yo.
En cuanto al sueño americano,tampoco me parece a mí que sea oro todo lo que reluce,la verdad y perdóname.
No obstante,nos queda mucho que aprender,muchas lecciones inacabadas que terminar,cierto,pero-siempre encuentro peros a todo-la historia nos dice que llevamos años y años de sumisión tácita,de conformismo placentero tal vez por nuestro carácter,qué se yo...
Ahora me parece ver un vaso a punto de rebosar...
El cambio va asentándose,¿para bien?
....
:(
Besos.