Este año se cumple el septuagésimo quinto aniversario de la
muerte de Antonio Machado. Para que me entienda todo el mundo: un 22 de febrero
del año 1939 moría en Colliure uno de las mentes más lúcidas, preclaras,
inteligente y de más hondo sentido humanista que ha dado el pensamiento
español.
Cuando años atrás parecía que existía una corriente simpática
y amable de reconocimiento a su integridad moral y a su magistral obra, tengo
la percepción de que las nuevas generaciones y los propios medios de
comunicación no están dando la respuesta pertinente a aquel sobrio poeta y
magistral prosista que llegó al máximo compromiso posible del intelectual que
sucumbió con la Segunda República Española.
Mientras los demás intelectuales de la época, se perdían o
mantenían actitudes ambiguas, nadie como él, en los momentos más trágicos de
nuestra historia, supo mantener la dignidad y altitud ética en su compromiso
con los desposeídos y con España.
En este corto recordatorio que se escapa entre estas líneas,
quisiera expresar que A. Machado ha sido y seguirá siendo figura de leyenda y
la encarnación más difícil del ideal humanista: un hombre solitario en
compañía.
Es cierto que con nuestro poeta y pensador ha sido demasiado
fácil la instrumentalización plagada de demagogia política, que unos y otros
han aprovechado a través de su vida y su obra, en un momento de pasiones
desatadas y oportunismos políticos; sin embargo, me parece pertinente destacar
sus propias palabras, para un mejor conocimiento de su semblante comprometido,
pero situémoslo, cómo no, en su contexto histórico:
"Desde el punto de vista teórico, yo no soy marxista. no
lo he sido nunca y es muy posible que no lo sea jamás… Tal vez porque sea
demasiado romántico, por el influjo, acaso, de una educación demasiado
idealista… Veo, sin embargo, con entera claridad, que el socialismo en
cuanto supone una manera de convivencia humana, basada en el trabajo, en la
igualdad de los medios concedidos a todos para realizarlo y en la abolición de
los privilegios de clase, es una etapa inexcusable en el camino de la
justicia".
Estas ideas de Machado, un hombre bueno, han sido durante
décadas utilizadas para denigrar o hacer caer en el olvido su nombre y su
hondura reflexiva, ingeniando en ellas mismas cincuenta acciones perversas por
la calumnia oficial, aunque se conociera su sentido de la responsabilidad que
lo expresaba muy claro en su Juan de Mairena cuando nos dice: "Tomar
partido no es sólo renunciar a las razones de vuestros adversarios, sino
también a las vuestras; abolir el diálogo, renunciar, en suma, a la razón
humana. Y eso es mucho más difícil de lo que parece".
Si nuestro insigne escritor, el menesteroso buscador de Dios,
según Laín Entralgo, pudiera contemplar la realidad actual observando las
vivencias colectivas de los hombres que ocupan hoy la tierra, aquella grave
preocupación patriótica que sentía ante los débiles, se multiplicaría por mil,
al comprobar cómo el individualismo, la codicia y la injusticia se ha instalado
de forma definitiva en el mundo como una lacra sin retorno que consume a los pueblos.
0 comentarios:
Publicar un comentario