viernes, 6 de agosto de 2010 | Por: Pedro López Ávila

Detrás de la realidad

José Hierro decia que escribía espaciadamente porque “cuando no tengo nada que decir no lo digo, y cuando tengo algo que deciry no sé como decirlo, tampoco lo digo”.

Quizá esa sea una parte de la explicación del porqué de forma tan tardía me veo ahora envuelto en esta aventura literaria de la búsqueda  de nombres nuevos, de experimentar nombres, para poder oirnos unos a los otros, porque muchas cosas tienen ya nombre. Se trataría de nombrar todo lo innonbrable para nombrar rincones desconocidos que existen detrás de la realidad y que ahora podría decir, cuando los años aprietan con el peso de las horas.

Otra razón, , es que siempre he caminado con una concepción irreflexiva del tiempo,  en el que otras obligaciones apenas me han permitido saludos hilvanados en la distancia con los otros.

Antes bien, algunos compañeros y , por último, Andrés Rueda me animan a la formalización de este blog del que estoy seguro va a tener más sombras que luces, porque soy un auténtico fracaso en el manejo informático, un descuidado para mantener un mínimo de caricias a la puntualidad literaria y cultural y un dejado al querer atender otras obligaciones que me impongo a la vez.

De cualquier manera, espero que los que me habéis empujado a este remolino me ayudéis, al menos, con vuestra comprensión y benevolencia.
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1 comentarios:

L.N.J. dijo...

Ese comentario que me has dejado en "La belleza de la decadencia" no deja de reflejar tanta sensibilidad, y yo que sin apenas conocerte, te siento un hombre grande. Sensible y también muy inteligente, dos cualidades que si no las controlas bien te enrriquecen de igual manera que pueden llegar a destruirte.

Un beso Pedro, buscaré tu libro y lo leeré con tanto mimo como se merece.