martes, 8 de octubre de 2013 | Por: Pedro López Ávila

RECORTES Y DEUDA


Antonio Guzmán Capel - www.galeriadeartelazubia.com

Ayer leía en la prensa local como una mujer tuvo que dar a luz frente a una clínica mexicana, en plena calle, por negarse el hospital al que acudió para atenderla a prestarle la ayuda necesaria, a pesar de que los médicos comprobaron que su estado de dilatación era suficiente para iniciar el parto.

Verdaderamente, no dispongo de las claves suficientes para conocer los motivos que guiaron a esos médicos a situación tan deplorable, tan impía, tan falta de caridad y humanidad, para que la pobre Irma (así se llama esta madre) tuviera que dirigirse a la zona ajardinada del hospital en compañía de su marido y, entre gritos de dolor, diera a luz ante la mirada atribulada de este y viandantes.

No sé por qué razón me viene a la cabeza, aunque probablemente no tenga nada que ver, como nuestro sistema sanitario está comenzando a hacer aguas, con los penosos recortes que nuestro gobierno está ejecutando en la sanidad pública.

Por ejemplo, las listas de espera a pacientes de enfermedades, que podrían ser consideradas como graves, nos conducirían a que cuando llegue el turno se pase al siguiente, porque sería posible ya haber pasado a mejor vida; los medicamentos que se recetan no son de última generación o los más eficaces para cada caso en concreto; algunos enfermos crónicos o de cáncer no pueden siquiera hacer frente al copago que supone cada receta ante la situación económica que atraviesan.

Así podríamos realizar un largo recorrido por nuestra país y observar las continuas muestras de protestas que, prácticamente todos los días, realiza el colectivo médico con sus más que legítimas reivindicaciones en defensa de otro modelo público de sanidad que no hace tanto tiempo era considerado el mejor del mundo.

Es verdad, que no debemos caer en la demagogia de no observar el mundo en su globalidad, y la profunda interrelación e interdependencia económica más calamitosa, en la que han caído muchos países, han provocado que pueblos enteros se hayan visto sumergidos en el lodo más oscuro que jamás pudieran haber imaginado.

Para entender un poco mejor este sistema habría que decir que el dinero en papel que circula, es decir, con el que pagamos los garbanzos en este perro mundo es un porcentaje ínfimo, y más del 90% del dinero existente en estos momentos es un dinero que yo lo llamaría virtual. Vamos, lo que antes se denominaban apuntes contables.

Así las cosas, con la cantidad de dinero virtual que debemos, es verdad que hay que restringir gastos, pues hemos construido la deuda sobre la deuda y no sobre el ahorro; por tanto, pagamos a los deudores con más deuda. Es decir, no existe dinero suficiente para pagar nuestra deuda. Una auténtica locura desde luego, pero eso es lo que hay.

Pero, Claro, lo que no puede ser es tener la tijera muy afilada para la sanidad o la educación que, a fin de cuentas, podrían ser señales distintivas hacia el progreso económico y moral de nuestro pueblo y, por el contrario, tener esas conciencias tan laxas a la hora de autoasignarse los sueldos nuestros representantes políticos, comenzando en el Parlamento Europeo y finalizando por el municipio más recóndito de nuestra geografía.

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