Germán Aracil - www.mileniumgallery.com |
Nos guía tanto el entendimiento a no perder nada de lo
que tenemos, por poco que sea, que es este el que predispone a nuestras
conductas para que siempre se siga a unos o a otros, siempre cuando se obtenga
el máximo provecho de todo lo que beneficia al sujeto.
Así hoy, más que nunca, las ideas se atropellan y
contradicen los principios de la propia naturaleza humana, de tal manera que
seguimos y veneramos a los que marcan las directrices y comportamientos
con absoluta inmoralidad.
Los que siempre van corriendo en busca de lo que no
tienen, nos van imponiendo sus preceptos, pues de lo contrario, se
asume el riesgo de ser excluidos de la cordura.
Lo que sucede es que cuando se intenta vivir sin un
propio razonamiento hay que aceptar la vulgaridad, la ramplonería , la
manipulación, los favores prestados y hasta la pérdida de nuestras dudas, con
la finalidad de poder mejorar nuestro bienestar desde el seguimiento a otros
devotamente.
Entonces aparece el problema: el que sigue a otros, no
sigue a nada y, por tanto, nunca encontrará nada, puesto que nunca han
buscado la diversidad de juicios que pueda albergar su propia razón.
Ahora toca escuchar a no sé cuántos grupos
parlamentarios, cuyas cabezas visibles con rostro alegre, divertido y
vigoroso nos quieren hacer ver la importancia que tienen las votaciones
europeas para devolver a nuestras vidas a sus justos y naturales límites.
Ahora tratan, a través de las elecciones europeas, de
calcular sus verdaderas posibilidades de éxito ante posteriores
comicios como una especie de entrenamiento olímpico para poder comprobar en un
futuro en que línea de la parrilla de salida se encuentra cada cual.
Una vez comprobada la relación de fuerzas existentes, se
podrán delimitar cuál es el papel que cada uno desempeñará, así como su
grado de sumisión en el gran teatro del Parlamento Europeo, pues no olvidemos
que estos aspirantes a ocupar escaños recibirán sus recompensas gloriosas y
económicas en variadas formas por sus servicios, que ya no son prestados, sino
muy bien gratificados, en lo que debería ser defensa de la verdadera honra y el
coraje que el alma pone en proteger a los desfavorecidos.
Yo no sé si en los programas electorales de todas esta
nuevas formaciones políticas figurarán las benévolas y magnánimas
intenciones, para que muchas de las madres de sus señorías alcancen la dignidad
de poder cobrar en sus pensiones algo más de dos euros mensuales durante los
tres próximos años.
Pero, me da mí que no, pues pedir una subida mayor, sería
sacar los pies del plato, o lo que es lo mismo, salirse del programa de
prestaciones sociales.
Que nada amigos, a seguir votando cada uno al que
siga.
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