domingo, 23 de noviembre de 2014 | Por: Pedro López Ávila

PEDRO ROLDÁN O EL ACCESO A LA CLARIDAD

Nunca sabremos cuál es la energía en donde bebe la obra de arte, de qué hálito se nutre o de dónde recoge las esencias enigmáticas el talento creativo del artista.

Lo que si podemos intuir es que la obra de Pedro Roldán surge de una extrema necesidad interior, que emana de una secreta y notabilísima sensibilidad, para expresar sus emotivo intimismo en la bruma humedecida del paisaje y así poder ejecutar su mística  dicción plástica.  


Las hadas que iluminan los colores y la perfección geométrica del dibujo no sería suficiente para explicar el tránsito de la realidad al misterio. En la obra de Pedro Roldán el misterio hay que sentirlo, y explicarlo sería tanto como comprimirlo.

La palabra y la imagen se pueden mostrar incompatibles, incluso pueda parecer que se repelen: la savia en la nieve, el fuego reflejado en la quietud y el sosiego del lago o los arboles en fronteras aladas pueden sacudir nuestro estado emocional; sin embargo, las imágenes en la obra de Roldán enlazan conceptos  que van más allá de lo racional, de la conciencia y de la lógica, que nos transporta a un mundo surcado por el sueño, al filo de lo inconsciente o de otras dimensiones que sólo él es capaz expresar con magistral intuición.

Los espacios de Pedro Roldan son solitarios campos en las horas crepusculares o soberbias propuestas arquitectónicas de  un tiempo que parece detenido, en donde prevalecen más las sensaciones sugeridas que la propia belleza del paisaje en sí mismo.

Su proceso de trabajo es reposado, lento, perfeccionista y acompasado con todas las posibilidades cromáticas que brotan de la materia; conquista, por tanto, las complejidades del color, para que  esté dispuesto de tal forma que haga flotar la luz (natural o artificial) sin que ningún elemento o textura sean discordantes en la armonía y en el equilibrio de su obra.

En definitiva, en cada una de las creaciones de Pedro Roldán se perpetúan la realidad, la fantasía y el sueño, con hallazgos técnicos tan personalísimos que parece tarea imposible realizar un frío análisis sobre prestamos o influencias de otros artistas, porque es un hombre con una visión tan intangible del mundo que la contradicción entre lo irreal y la experiencia es sólo aparente.

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