lunes, 7 de diciembre de 2015 | Por: Pedro López Ávila

PEDRO ROLDÁN

Pedro Roldán - www.mileniumgallery.com
Nunca tendremos claro si el simple paso de la realidad al misterio, en la obra de Pedro Roldán, es evolución espiritual, progreso intelectual o ambas cosas a la vez. El caso es que cuando vemos los paisajes de  Roldán, salimos hacia un mundo  que vivifica nuestros espíritus fatigados por el brutal culto que se rinde a la más absoluta vulgaridad. 
La obra de Roldán es, en cierto modo, un renacimiento, que provoca en el espectador una liberación ante el modo de vivir tan aprisa y tan materialmente. La obra de Roldán es el homenaje a la naturaleza frente al asfalto, al apremio a la belleza frente a los edificios que no nos dejan ver el centellear de las estrellas; a la evocación de lugares por los que tan sólo transitan el sigilo del sueño y la fantasía, a detenidas arboledas reflejadas en el lago, a hojas otoñales liberadas de la esclavitud de las ramas, al misterio de límpidas aguas triunfantes detenidas en el lienzo de  un tiempo sin tiempo o, quizá, al retorno a la mirada que pretende perderse en la profundidad del azul.
Cuando vemos estas obras en compañía del autor, y le oímos explicar sus propósitos, sus sensaciones y sus  ensoñaciones (cuasi místicas), sus especulaciones transcendentales, su lenguaje en el ritmo sin fin de los colores en sus complejidades combinatorias, algo se revela en el que contempla: se siente el misterio.
Y es que el elemento fundamental sobre el que se sustenta la obra de Pedro Roldán gira alrededor de su propia intimidad y cuyas fuentes están lejos de su mirada, en algo intangible: en el halo multiforme del  amanecer o del atardecer, en los que la naturaleza y el artista respiran al unísono.
Por esto, parece milagroso e incomprensible que el trabajo concienzudo, paciente y lento de nuestro autor se sedimente en ideas azarosamente nacidas de sensaciones grabadas en determinados momentos de su vida, quedando tan bien guardadas en su memoria que, más adelante, le permiten ser expresadas plásticamente en la más sutil de las perfecciones.

Cualquiera que se acerque a la obra de Roldán constatará que es un maestro del dibujo, siguiendo la normativa clásica; antes bien, cuando  se deja dominar por el sortilegio del color, su imaginación  no encuentra límites, hasta tal punto, que en algunos planos de su obra podemos encontrar el informalismo de las abstracciones tan perfectamente armonizadas que llega un momento en el que el receptor no contempla, sino que vive  dominado por el hechizo que envuelve a sus paisajes.
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jueves, 26 de noviembre de 2015 | Por: Pedro López Ávila

Diego Canca

"El Príncipe" de Diego Canca - www.mileniumgallery.com

Decía Baroja. "Yo como muchos he tenido el entusiasmo y el fanatismo por la veracidad. En mí la  veracidad no es sólo un convencimiento, sino una técnica". Y es cabalmente esto: verdad y autenticidad lo que podemos descubrir, si alguien con rigor y seriedad se atreve a enfrentarse a la obra de Canca.
Lo que sucede es que la mediocridad de los presuntuosos, que ellos mismos se autodenominan artistas plásticos, nunca llegarán a comprender que en una personalidad como la de Diego Canca convivan una base de intuición y observación en comunión continua y obsesiva con su compromiso por lo bien hecho; siempre, en la perpetua búsqueda de la perfección. Hasta tal punto llega su perseverancia en el trabajo, que la pintura parece apuntar a la literatura, para concretar una y mil veces, a base de microveladuras de tonalidades, lo que la escritura jamás podría expresar.
Diego Canca, nace en 1948 en Ceuta, en el monte Canca, ya sepultado por bloques de pisos, muy cerca de la playa Benítez, del mar, de ese mar que le ha dejado una resonancia triste, y una huella soñolienta y melancólica dentro de su espíritu. De ahí la llamativa necesidad que nuestro autor  siente por volver a su ciudad, a la que visita al menos dos veces por año., porque, según él, al llegar a su ciudad natal, "Dios le toca con el dedo"
Como en la mayoría de los españoles de la época, las situaciones económicas eran un tanto míseras. Si ya era difícil sobrevivir, más complicado se hacía el estudiar. A pesar de todas las circunstancias adversas, Canca finaliza el Bachillerato, siendo la Profesora de Dibujo la que entendió rápidamente  que se encontraba ante un ser excepcional y con unas aptitudes para reproducir la realidad más que sobresalientes.  
Me comentaba Diego, con gran sentido de la ironía, que en su niñez carecía de habilidades y destrezas para las prácticas deportivas, por lo que el resto de los niños al formalizar el enfrentamiento de los equipos, en los partidos de fútbol, ya conocían, al igual que él mismo,  que el equipo perdedor era en el que él estaba alineado.
Esta anécdota, aparentemente sin importancia, va a ser decisiva y, me parece, que es donde se van a hilvanar esos extraños caminos por los que discurre la vida y que nos conducen azarosamente hacia un destino. Su temprana vocación por el dibujo, por representar objetos y, fundamentalmente, retratar a personas, a las que observaba sus rasgos meticulosamente, le servían y le ayudaban, al menos,  para equilibrar su susceptible amor propio ante sus amigos, que quedaban absortos al contrastar la fidelidad y semejanza de sus dibujos (de aquellas imágenes de su blog ) con el objeto o personas representadas.
Sin embargo, quizá, el momento más trascendente en la vida de Diego Canca, sería, cuando en el colegio, cayó en sus manos un libro en el que observó una fotografía en la que se ancló su mirada. Se trataba de "El Dios Marte" de Velázquez. En una naturaleza sensitiva como la suya (determinada por los sentidos), le produjo tal impulso enérgico que, tal vez, le hizo pensar, desde ese momento, que no estaba dispuesto a que su vida se agostara en la vulgaridad. Desde ese instante el realismo de la obra de Velázquez se ubicó por delante de la retina del pintor ceutí.
A pesar de que su Profesora de Dibujo consiguió facilitarle una beca para que continuara sus estudios en  Bellas Artes, la economía familiar no le permitían esos "excesos", por lo que a la temprana edad de 14 años emigró con su carpeta de dibujos bajo el brazo hacía Barcelona, en donde seguía aprendiendo con los pintores de la calle a los que observaba con mirada depredadora en su obsesiva tarea  de aprendizaje. Vendía sus dibujos para el sustento diario , especialmente, retratos que realizaba para extranjeros. Desde Barcelona se desplaza nuevamente a Cadaqués y llegó a conocer a Dalí, aunque nunca tuvo trato personal con él.
A partir de este momento la receptividad extraordinaria de Diego para expresar las sensaciones de toda especie se convierten en casi patológicas, sobre todo, al descubrir la obra de Dalí. Sus exigencias ahora van a ser cada vez mayores -yo quería ser como Dalí- confiesa en la actualidad. La sobresaliente figura del arrebatado soñador de Figueras quedó depositada para siempre en el fondo del alma de Diego Canca.  De hecho, la primera etapa de nuestro pintor ceutí tiene mucho que ver con el surrealismo, con lo onírico, con lo fantástico; conceptos que todavía no ha abandonado como se puede comprobar en su obra actual.
A comienzo de los años 70  se traslada a Madrid, comenzando sus primeras exposiciones en formato pequeño. Así nos dirá: "en el pequeño formato estaba el secreto, para algún día llegar a hacer grandes formatos. Si no se sabe extractar la obra que uno quiere, en el gran formato fácilmente uno se puede perder".
A partir de aquí, traga con gran voracidad todo el conocimiento que recopila de los clásicos, y de los cuales pueden verse vestigios en su labor futura. Especialmente se interesó y estudió muy profundamente el Renacimiento. -El Renacimiento me subyugó- nos dirá en una de sus conversaciones. Se interesó, no obstante, por todo lo que formase parte de una estética distinta (desde la pintura flamenca, hasta el arte emergente, pasando por la pintura italiana).
En Madrid conoció a Antonio López, con el que en la actualidad mantiene una viva amistad, se intercambian ideas, conceptos, opiniones   tendencias, evoluciones y todo lo relacionado con el mundo del arte.
Aprendió muchos conceptos de la pintura contemporánea y las formas de aplicarlos en una minuciosa labor de investigación en la técnica del óleo (nuevos componentes químicos que existen hoy en el mercado, materiales, tipos de pigmentos et…), estudió muchos tratados de pintura, compartió estudio con grandes pintores de los que se nutrió, aunque, eso sí, desde niño llevaba muy hondamente grabado su individualismo , que obtuvo como resultado final  la creación de un arte de confección propia en continua evolución, pero sin seguir pautas extrañas a su propia sensibilidad realista.
A finales de los años 80 y hasta nuestros días fija su residencia en un pequeño  pueblo, situado en la vega de Granada, Churriana de la Vega, a tiro de de piedra de la ciudad nazarí, a unos 6 km de la capital, en donde continúa arraigado en su ahínco pasional de investigación pictórica. Además, cargado aún de fuerzas y de vigores juveniles, emplea parte de su tiempo en ejercer su magisterio con nuevas generaciones, procedentes en su mayoría de la Facultad de Bellas Artes.
Diego Canca, el artista nato, el narrador literario, el escultor y grabador sugestivo, el melómano empedernido, el hombre que tiene que abrirse camino (pidiendo disculpas) entre el informalismo y la abstracción que emerge hasta nuestros días, es la sensación más cercana al  ideal del hombre humanista en nuestro tiempo.

Hoy, en su pueblo de adopción y que tan bien supo acogerlo, existe una calle que lleva su nombre, y una sala en el museo de Churriana de la Vega, en reconocimiento a su dilatada y densas aportaciones al mundo del arte. Se denomina Sala Municipal de Pintura Diego Canca; si bien, en todo el pueblo  y en la capital granadina es más reconocido de forma más genérica  con el nombre de Museo Diego Canca.

Artículo publicado en "El Faro" de Ceuta el pasado 22 de noviembre de 2015
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sábado, 21 de noviembre de 2015 | Por: Pedro López Ávila

El nuevo parlamento catalán

"Complejidad" de Diego Canca - www.mileniumgallery.com

Opinaba, en un artículo anterior que la sociedad catalana estaba tan dividida ideológicamente que iba a ser muy complicado bajar de la burra a los dirigentes de los partidos soberanistas catalanes para no proseguir en su ‘clarividencia secesionista’. Todo ello, a pesar de la derrota de los partidos ‘juntos por el sí’ y, por consiguiente, me parecía que esto iba para largo.
Efectivamente, está claro que los que están dispuestos a vivir de la política y a no perder lo que han conseguido de ella han inoculado el virus de que los problemas económicos y sociales que está padeciendo el pueblo catalán (el mismo que el de otras comunidades y países) se resuelven con la independencia de Cataluña.
De esta manera, tan sólo un mes tardaron, los que entran de lleno en lo sucio, para que el nuevo Parlamento Catalán iniciara el proceso de «desconexión con España» y, cómo no, socorridos por los otros, llámense Candidaturas de Unidad Popular, que se les llena la boca de socialismo revolucionario y anticapitalista, y que se muestran muy partidarios del pueblo, pero pactan con partidos imputados en casos de flagrante corrupción. Es decir, pactan al precio que sea con dirigentes que se corresponden con una derecha que tiene instruidas decenas de causas por corrupción (que se ven a sí mismos como águilas, cuando en realidad no son más que gallinazas). Algo así, como si el Ku Klux Klan solicitara los votos a los afroamericanos y estos se los entregaran tan tranquilamente.
Pues bien, a pesar de todo ello, en un acto de inconsciencia y locura, el nuevo Parlamento catalán ha iniciado el proceso de separación de Cataluña del resto España como si aquella fuera una colonia sometida por esta. Peor aún, sin estar constituido el Parlamento en sus órganos de gobierno, inician el proceso constituyente, como república independiente, con el punto de mira puesto en la desobediencia a las normas generales del Estado español al que no se le reconoce su legitimidad.
Claro, que más de la mitad de los catalanes, que sí reconocen la legitimidad de las leyes españolas, tendrán el mismo derecho a desobedecer las leyes que emanen del Parlamento catalán, digo yo, y por consiguiente, democráticamente tendrán el mismo derecho a la desobediencia y no reconocimiento de la nación catalana.
Con todo tipo martingalas, estos martilleadores de palabras y manipuladores de la historia, de la realidad y de las leyes, en las que a decir de algunos medios, presuntamente, han colaborado, para que otros amontonen de forma ilícita más de tres mil millones de euros, en connivencia con miembros de su partido o de otros partidos (cualquiera sabe), pretendan ahora culpar al resto de los españoles de sus desventuras en un acto de irresponsabilidad absoluta.
Sin embargo, lo que más llama la atención, es cómo con sus cínicas y falsas propagandas, han logrado en muchos catalanes infundir el sentimiento de que todos sus males sociales y económicos provienen de los demás, nunca de los dispendios de las políticas antisociales de sus mandatarios, de tal forma, que todo el que no piense como sus «jefes», está engañando al mundo.
No existe la reflexión ni la autocrítica en sus partidos políticos y, si se hurga un poquito en ellos, encontraremos que no son más que inteligencias hundidas y perdidas en la codicia más absoluta y estúpida, que algunos han elegido el sendero de la huida personal al precio que fuere y que han tenido la suerte de encontrarse como aliados en su camino a parásitos y aduladores que, presuntamente, también quieren hacer negocio con política de baja ley que limita con el surrealismo.
El pueblo catalán va a pasar un auténtico calvario, durante mucho tiempo, fundamentalmente, con estas autoridades con las que han hecho causa común: con este ‘genio’ medio abstruso, de colmillo retorcido, mirada de jabalí y cejas a lo Zapatero; con los que se declaran anticapitalistas, antieuropeos y quieren que Cataluña salga del euro; con los que se arrogan la extraña gloria de ser desgreñados y andrajosos; con los tránsfugas; con los que han instrumentalizado el independentismo para no ir a la cárcel y, sobre todo, con los que pertenecen a la rama de los intransigentes que, me parece, hoy se les llama integristas.
Las tropelías que se han venido cometiendo durante mucho tiempo contra aquellos que no se sentían independentistas, parece que se va a instalar definitivamente, durante mucho tiempo, en la sociedad catalana por los cultivadores del despotismo y del nepotismo, expertos oradores de garrulerías al servicio del capitalismo y del anticapitalismo. En fin, de confusiones extraordinarias, pero unidas.
Ahora ha llegado el momento más importante de nuestra historia contemporánea, ahora hay que hacer mucha pedagogía política en Cataluña y en España. No valen los discursos cargados con un énfasis casi castrense y de arengas contra los catalanes. Hay que tener más sensibilidad con los problemas sociales y económicos de nuestra patria, porque de lo contrario, largo me lo fiais y los problemas se encapsularán hasta que algún día sean irresolubles.

Artículo publicado en Ideal el martes 17 de noviembre de 2015




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miércoles, 11 de noviembre de 2015 | Por: Pedro López Ávila

Diego Canca

Diego Canca - www.mileniumgallery.com

Dice Canca: “Puedes nacer artista (imprescindible para ejercer en su día como tal), pero si no te formas a través del trabajo intenso, el estudio, la investigación, estar abierto a aprender siempre de los demás , etc… , no se llega a ninguna parte. El artista morirá de la misma forma que nació, sin dar señales de vida” Y es que para nacer artista se hace necesario que surja una imperiosa necesidad en la mente del ser humano por la búsqueda del decir y del expresar, cuando la mente conecta con no se sabe qué o, quizá, con el más allá. De esta manera se produce el acto creativo y el hombre se convierta en el dios creador. Y es que Diego Canca sabe que siente una dolorosa y perseverante necesidad en sus entrañas de estar siempre en la exploración de nuevos hallazgos artísticos para dar sentido al color, a la luz , a dibujos, a contenidos, a estilos y lenguajes nuevos, no solo en pintura, sino en la escultura y la narrativa; sobre todo, cuando él mismo, deliberadamente, impregna al aire de misterio y fantasía con la música. Canca tiene asumido que le urge respirar cambios expresivos para oxigenar su mente creadora, por eso nos equivocaríamos, en rigor, si en lo encorsetáremos, con un raciocinio elemental, dentro de un determinado estilo, pues ello no nos ayudaría a comprender a este espíritu humanista privilegiado. No recuerdo quién dijo que el estilo es una cárcel fabricada por el hombre para guarecerse en ella cuando tiene miedo, cuando se siente perdido o cuando no acierta a ser libre. Sin embargo, a Diego “le seduce el arte emergente. Marcan caminos nuevos, tendencias distintas a las que yo me quiero unir. Estos artistas son los que realmente me ayudan a seguir aprendiendo”. Así, desde su propio pensamiento, podremos entender con más facilidad que la obra de Canca busca pertinazmente el alimento en esa continua lucha por renovarse para nutrir su espíritu innovador. Nos encontramos, pues, ante un artista nato, deseoso de evolución, sumando aportaciones personales que, en definitiva, nos conducen a la realización de un arte de confección propia. El argumento compositivo del pintor ceutí está basado en diversas y variadas temáticas, delimitadas por un exhaustivo estudio de equilibrio, contrastes, tonalidades, pesos de las figuras etc…, que hacen que Diego Canca ejerza su magisterio creador como una leyenda viva de nuestro tiempo más allá de nuestras fronteras.
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lunes, 5 de octubre de 2015 | Por: Pedro López Ávila

El declive de Artur Mas

Óscar Borrás - www.mileniumgallery.com
Personalmente nunca he llegado a comprender con exactitud en qué está basada la singularidad o el sentimiento de un vasco, de un catalán o de un andaluz con respecto a otros estados, regiones, provincias o municipios. Supongo que en las costumbres y en las tradiciones. Cualquier libro de geografía física o diccionario enciclopédico suelen reseñar a cada pueblo algunos rasgos o características de su población, plagada de tópicos, que carece de base científica o sociológica.
Así, se describe a los franceses como chauvinistas, a los ingleses flemático a los rusos secos y ásperos en el trato, y a los españoles torerillos y flamencotes. En fin, al fijar la patria de la persona, las combinaciones del ADN o el realizar referencias al RH negativo no da gran luz ni aportan nada desde el punto de vista de la persona o género humano.
Tampoco entiendo la ligereza con que se habla de la identidad de los catalanes frente a otras regiones (basada en unas cuantas diferencias), cual si se tratara de un proceso mensurable y matemático en el que todos los ciudadanos comparten los mismos rasgos o caracteres. Por el contrario, entiendo que la única originalidad que pueda tener un pueblo radica exclusivamente en su cultura. Lo demás limita y crea injusticia.
Decía Baroja: «quizá que donde pueda haber algo como una tradición única o, por lo menos homogénea, sería en una raza, en una subraza o en una tribu aislada; pero no siempre la hay».
Así pues, siempre me ha parecido que las diferencias existentes entre unos pueblos y otros han sido sociales y económicas, es decir, de la riqueza frente a la pobreza (independientemente de sus costumbres o folklores), porque de lo contrario caeríamos en la tentación de creer en la superioridad moral y étnica de unos hombres sobre otros.
No deberíamos olvidar que Sabino Arana (Fundador del Partido Nacionalista Vasco), caracterizado por su ideología xenófoba, racista y separatista, había libado su nacionalismo en Barcelona con los catalanistas y había aceptado con entusiasmo sus doctrinas. Sin embargo, consideraba españoles a los catalanes y, aparte de sus disparatadas teorías racistas, expresó: «Cataluña es española por su origen, por su naturaleza política, por su raza, por su lengua, por su carácter y por sus costumbres».
Sabino Arana debió nutrirse también en los estudios del filólogo e historiador Manuel Larramendi, precursor del nacionalismo vasco. Para él, la nobleza del guipuzcoano no viene de los reyes, sino que es una nobleza étnica, de no haberse mezclado la población ni con judíos, ni con moros, ni con godos, ni con americanos (ni con Pizarros ni con Pinzones). Por tanto, para este jesuita la nobleza supone raza.
Sin embargo, por mucho que nos sigamos empeñando, Cataluña nunca ha sido un reino independiente, sino el resultado de múltiples civilizaciones y culturas asentadas en distintos territorios (según las épocas), así como de los procesos culturales en las distintas edades históricas. Además, se debería saber que la primera capital de la Hispania romana fue Tarragona y de la Hispania visigoda fue Barcelona; que también participó en la reconquista o conquista (según se quiera mirar) y en procesos repobladores de otras regiones españolas.
La instrumentalización exótica que ha llevado al desvarío al Sr. Artur Mas, mediante los más sofisticados pactos con fuerzas antagónicas para marcar el rumbo de la Historia de España ha fracasado totalmente, aunque nos quiera convencer de que dos millones de votos es menos que un millón ochocientos.
Antes bien, lo peor de todo es que la sociedad catalana ha quedado tan partida y, me atrevería a decir, tan desmenuzada ideológicamente que va a resultar harto complicado conciliar, durante varias generaciones, actitudes tan excitadas como la de la CUP (que ya está invitando a la ciudanía a la desobediencia de la soberanía de España), frente a otras formas de interpretar la realidad del resto de los partidos, cuyos programas chocan frontalmente con aquella y entre sí mismos.
Los independentistas y no independentistas han dejado de lado los problemas sociales, que no son pocos; han votado olvidando programas, creyendo que la solución a sus males estaba en función a separarse o no de España. Artur Mas y los del 3% (o el porcentaje que fuere) con su radicalización por la independencia no están en condiciones de dirigir un proceso en el que más de la mitad de los catalanes le han dicho que no quieren la secesión, aunque él seguirá erre que erre. ¿Sería acaso por debilidad o porque temiera a algo?
El caso es que Mas ha hecho mucho daño a los españoles en general y a los catalanes en particular, sacando rédito a la crisis económica que estamos padeciendo, porque no sólo ha generado un odio inmenso entre muchos ciudadanos de las distintas comunidades contra los catalanes, o de una parte de la población catalana contra los españoles, sino lo que es pésimo, entre los propios catalanes. Para ese viaje no hacían falta alforjas.
Publicado por el periódico IDEAL con fecha 1-10-2015
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martes, 28 de julio de 2015 | Por: Pedro López Ávila

LA COHERENCIA

                                                       
Llevamos mucho tiempo en campañas y precampañas políticas y si Dios no lo remedia esto va para largo. Uno de los términos que más viciado aparece en boca  de  unos y otros, incluidas  las opiniones de los medios de comunicación es  "coherencia" y sus derivados. Según la RAE, la coherencia es una actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan.
Ya Séneca en una de sus Epístolas decía que para reunir en una todas las reglas de nuestra vida es querer y no querer siempre lo mismo. Naturalmente, esto es imposible, pues no es siquiera necesario seguir las inclinaciones de nuestras expectativas de vida para cambiar de criterio a derecha, a izquierda, al centro, hacia arriba o hacia abajo, según nos empujen las situaciones.
Si alguien examinara de forma exhaustiva nuestro proceder en las mismas o distintas circunstancias, aislando nuestro actos uno por uno, hallaríamos con gran facilidad la incoherencia en nuestros ojos y nuestra semejanza con ese animal que cambia de color, cuando lo cambian de lugar.
No sólo nos sacuden los vientos de los acontecimientos para juzgar de una manera o de otra, sino que no hablamos de nosotros mismos de la misma manera, en función al que tengamos en frente. Por tanto, si argumentamos, razonamos  la mentira y nos promocionamos de formas distintas ante los demás será porque no nos vemos siempre el mismo semblante.
La fragilidad de la naturaleza humana permite que todas las contradicciones se den en los hombres, no de forma esporádica, sino como algo frecuente y yo diría que consustancial a nuestro existencia. Sin embargo, nos presentamos como personas coherentes, aunque empleemos distinto discurso y, por el contrario, juzgamos con inmensa severidad a los demás, a pesar de no haber seguido el rastro de sus vidas ni larga ni atentamente.
Por eso, cuando vamos sin saber a dónde y nos dejamos llevar como las cosas que flotan sobre aguas bravías, en busca de nuestros intereses particulares, siempre justificamos las incoherencias de los que seguimos como auténticos peleles, a pesar de que aquellos transformen sus propios pensamientos y abandonen los principios que profesaban. Así, lo único que conseguimos es dejar la carga que nos pesaba para recoger otra más pesada y alienante. O lo que es lo mismo: dejar a los que dirigen o pretenden dirigir la cosa pública a  que decidan sobre  nuestras vidas como si fuéramos muñecos de trapo, según sus enmascarados intereses, plagados de crueles mentiras patológicas
De esta guisa, siempre se repite el mismo esquema, esto es, que los que  siempre salen perdedores son los más débiles y, cuando hablamos de estados, no son precisamente sus legisladores los más frágiles con las leyes aprobadas, sino muy al contrario, es la población más desprotegida la que siempre es víctima de los dispendios, latrocinios y abusos de  los que ordenan o desordenan al mundo (revolviéndolo todo),  con el único objetivo de salvaguardar sus intereses particulares o la de sus aliados en la misma causa.
¿Podríamos asegurar falta de coherencia, en rigor, del primer ministro griego, Alexis Tsipras, después de convocar un referéndum, solicitando a su partido y a sus seguidores el no a las condiciones del rescate a Grecia, impuesto por la "troika", y habiendo sido   apoyado por más del 61% de los votantes, acepte a los pocos días un acuerdo en peores condiciones (según algunos expertos), contraviniendo la voluntad popular?
Aparentemente para la muchedumbre puede que sí, pero justo habría que decir que a los que vimos ayer excesivamente osados, no sería de extrañar que mañana los veamos temerosos, por la necesidad o por las circunstancias contrarias. De esto no se libran ni las personas ni las instituciones ni los pueblos.
Tsipras sabe perfectamente que ha dinamitado a Syriza, su propio partido,  que se ha ganado el odio eterno de una población que confiaba en él y en el dracma como salida airosa, que se ha creado más disidentes que partidarios (entre ellos el propio ministro de finanzas, Varoufakis) y que posiblemente se ha automutilado políticamente como Edipo Rey en la tragedia de Sófocles.
Pero, tampoco Tsipras ha querido ser el héroe épico de la  Chanson de Roland, invitando a todos los ciudadanos para pensar como guerreros contra Alemania, porque no podía ser… Tampoco quería asemejarse a Rolando, el héroe francés, que de manera incomprensible, se condenó por pundonor militar a morir junto a veinte mil guerreros  por no pedir el auxilio necesario.
Tsipras no es un traidor, por mucho que se empeñen en presentárnoslo así los que mejor harían en hablar de sí mismos, si supieran replegar su opinión tanto como extenderla. Tsipras es un patriota que no ha querido dejar ni un día más al pueblo heleno en bancarrota, necesitaba  liquidez para los ciudadanos de a pie, aunque haya tenido que recurrir a prestamistas para pagar la deuda de la deuda.
Ahora veremos si la Merkel y sus amigos cumplen con el compromiso de solidaridad, toda vez que el compromiso de la responsabilidad ya está cumplido con creces.

Publicado en periódico IDEAL el 27-7-2015
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miércoles, 13 de mayo de 2015 | Por: Pedro López Ávila

JOSEP BAQUÉS

Josep Baqués - www.mileniumgallery.com

Si existe algo que caracterice a un pintor sobresaliente, como es el caso de Josep Baqués, es el profundo respeto que mantiene con las formas, pero a su vez las oníricas combinaciones de figuras que dan contenido a su obra. Si cayéramos en la tentación de etiquetar a qué corriente, estilo o tendencia sigue la obra de Baqués, nos equivocaríamos en rigor, pues no haríamos otra cosa, sino contraer su expresión plástica para hacerla vulnerable ante el tiempo.
Ser miembro de una determinada escuela o movimiento pictórico implica compartir con el resto de los integrantes una especie de promedio de capacidades, de tal manera que parezca que lo importante es la pertenencia a la corriente que pueda pertenecer su obra, y no la solvencia individual que lo aleja de ella. Y, claro está, con esta especie de rasero igualitario quedaría profundamente perjudicado nuestro artista, porque los mejores son siempre ellos solos y Baqués es radicalmente un pintor singular.
Y es un pintor singular, porque, cuando vuela y sus ideas escapan de la realidad, su alma queda quebrada en el lienzo o en la tabla; y es singular, porque con su prodigiosa memoria construye emociones que van desde la tradición a la vanguardia y desde la materia a lo transcendente.
Así, nos encontramos, con figuras femeninas que nos recuerdan el ideal de belleza renacentista italiana del quattrocento, especialmente, a La Giovanna Tornabuoni de Ghirlandaio, en la que las leyes geométricas de equilibrio alcanzan la belleza matemática.
La belleza para los pitagóricos era un número y estaba sujeta a la cuantificación y a la aplicación de la sección áurea. Pues bien, Toda la obra de Baqués está tan perfectamente ejecutada que consigue plasmar en el lienzo un equilibrio de una pulcritud desmedida, tanto en el peso cromático, cuanto en la distribución espacial de la geometría del dibujo.
El mar y la tierra se funden y se dan la mano, la cordura aparece abrazada al sueño y la naturaleza (cargada de simbología) queda integrada en un todo perfectamente armónico. Figuras femeninas con vestimentas de sedas sobre ”equus”, caracolas, aves del paraíso, ramos de flores, palomas, exóticas grullas, arlequines, variedades de frutas, cuencos, vasijas, fruteros, botellas etc., llegan a alcanzar tal sublime elevación que hasta los objetos parecen tener alma.
Por todo esto, Josep Baqués es y será guía fundamental en el arte para futuras generaciones que sepan comprender y compartir sus ideas y su imaginación.
 


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