jueves, 26 de noviembre de 2015 | Por: Pedro López Ávila

Diego Canca

"El Príncipe" de Diego Canca - www.mileniumgallery.com

Decía Baroja. "Yo como muchos he tenido el entusiasmo y el fanatismo por la veracidad. En mí la  veracidad no es sólo un convencimiento, sino una técnica". Y es cabalmente esto: verdad y autenticidad lo que podemos descubrir, si alguien con rigor y seriedad se atreve a enfrentarse a la obra de Canca.
Lo que sucede es que la mediocridad de los presuntuosos, que ellos mismos se autodenominan artistas plásticos, nunca llegarán a comprender que en una personalidad como la de Diego Canca convivan una base de intuición y observación en comunión continua y obsesiva con su compromiso por lo bien hecho; siempre, en la perpetua búsqueda de la perfección. Hasta tal punto llega su perseverancia en el trabajo, que la pintura parece apuntar a la literatura, para concretar una y mil veces, a base de microveladuras de tonalidades, lo que la escritura jamás podría expresar.
Diego Canca, nace en 1948 en Ceuta, en el monte Canca, ya sepultado por bloques de pisos, muy cerca de la playa Benítez, del mar, de ese mar que le ha dejado una resonancia triste, y una huella soñolienta y melancólica dentro de su espíritu. De ahí la llamativa necesidad que nuestro autor  siente por volver a su ciudad, a la que visita al menos dos veces por año., porque, según él, al llegar a su ciudad natal, "Dios le toca con el dedo"
Como en la mayoría de los españoles de la época, las situaciones económicas eran un tanto míseras. Si ya era difícil sobrevivir, más complicado se hacía el estudiar. A pesar de todas las circunstancias adversas, Canca finaliza el Bachillerato, siendo la Profesora de Dibujo la que entendió rápidamente  que se encontraba ante un ser excepcional y con unas aptitudes para reproducir la realidad más que sobresalientes.  
Me comentaba Diego, con gran sentido de la ironía, que en su niñez carecía de habilidades y destrezas para las prácticas deportivas, por lo que el resto de los niños al formalizar el enfrentamiento de los equipos, en los partidos de fútbol, ya conocían, al igual que él mismo,  que el equipo perdedor era en el que él estaba alineado.
Esta anécdota, aparentemente sin importancia, va a ser decisiva y, me parece, que es donde se van a hilvanar esos extraños caminos por los que discurre la vida y que nos conducen azarosamente hacia un destino. Su temprana vocación por el dibujo, por representar objetos y, fundamentalmente, retratar a personas, a las que observaba sus rasgos meticulosamente, le servían y le ayudaban, al menos,  para equilibrar su susceptible amor propio ante sus amigos, que quedaban absortos al contrastar la fidelidad y semejanza de sus dibujos (de aquellas imágenes de su blog ) con el objeto o personas representadas.
Sin embargo, quizá, el momento más trascendente en la vida de Diego Canca, sería, cuando en el colegio, cayó en sus manos un libro en el que observó una fotografía en la que se ancló su mirada. Se trataba de "El Dios Marte" de Velázquez. En una naturaleza sensitiva como la suya (determinada por los sentidos), le produjo tal impulso enérgico que, tal vez, le hizo pensar, desde ese momento, que no estaba dispuesto a que su vida se agostara en la vulgaridad. Desde ese instante el realismo de la obra de Velázquez se ubicó por delante de la retina del pintor ceutí.
A pesar de que su Profesora de Dibujo consiguió facilitarle una beca para que continuara sus estudios en  Bellas Artes, la economía familiar no le permitían esos "excesos", por lo que a la temprana edad de 14 años emigró con su carpeta de dibujos bajo el brazo hacía Barcelona, en donde seguía aprendiendo con los pintores de la calle a los que observaba con mirada depredadora en su obsesiva tarea  de aprendizaje. Vendía sus dibujos para el sustento diario , especialmente, retratos que realizaba para extranjeros. Desde Barcelona se desplaza nuevamente a Cadaqués y llegó a conocer a Dalí, aunque nunca tuvo trato personal con él.
A partir de este momento la receptividad extraordinaria de Diego para expresar las sensaciones de toda especie se convierten en casi patológicas, sobre todo, al descubrir la obra de Dalí. Sus exigencias ahora van a ser cada vez mayores -yo quería ser como Dalí- confiesa en la actualidad. La sobresaliente figura del arrebatado soñador de Figueras quedó depositada para siempre en el fondo del alma de Diego Canca.  De hecho, la primera etapa de nuestro pintor ceutí tiene mucho que ver con el surrealismo, con lo onírico, con lo fantástico; conceptos que todavía no ha abandonado como se puede comprobar en su obra actual.
A comienzo de los años 70  se traslada a Madrid, comenzando sus primeras exposiciones en formato pequeño. Así nos dirá: "en el pequeño formato estaba el secreto, para algún día llegar a hacer grandes formatos. Si no se sabe extractar la obra que uno quiere, en el gran formato fácilmente uno se puede perder".
A partir de aquí, traga con gran voracidad todo el conocimiento que recopila de los clásicos, y de los cuales pueden verse vestigios en su labor futura. Especialmente se interesó y estudió muy profundamente el Renacimiento. -El Renacimiento me subyugó- nos dirá en una de sus conversaciones. Se interesó, no obstante, por todo lo que formase parte de una estética distinta (desde la pintura flamenca, hasta el arte emergente, pasando por la pintura italiana).
En Madrid conoció a Antonio López, con el que en la actualidad mantiene una viva amistad, se intercambian ideas, conceptos, opiniones   tendencias, evoluciones y todo lo relacionado con el mundo del arte.
Aprendió muchos conceptos de la pintura contemporánea y las formas de aplicarlos en una minuciosa labor de investigación en la técnica del óleo (nuevos componentes químicos que existen hoy en el mercado, materiales, tipos de pigmentos et…), estudió muchos tratados de pintura, compartió estudio con grandes pintores de los que se nutrió, aunque, eso sí, desde niño llevaba muy hondamente grabado su individualismo , que obtuvo como resultado final  la creación de un arte de confección propia en continua evolución, pero sin seguir pautas extrañas a su propia sensibilidad realista.
A finales de los años 80 y hasta nuestros días fija su residencia en un pequeño  pueblo, situado en la vega de Granada, Churriana de la Vega, a tiro de de piedra de la ciudad nazarí, a unos 6 km de la capital, en donde continúa arraigado en su ahínco pasional de investigación pictórica. Además, cargado aún de fuerzas y de vigores juveniles, emplea parte de su tiempo en ejercer su magisterio con nuevas generaciones, procedentes en su mayoría de la Facultad de Bellas Artes.
Diego Canca, el artista nato, el narrador literario, el escultor y grabador sugestivo, el melómano empedernido, el hombre que tiene que abrirse camino (pidiendo disculpas) entre el informalismo y la abstracción que emerge hasta nuestros días, es la sensación más cercana al  ideal del hombre humanista en nuestro tiempo.

Hoy, en su pueblo de adopción y que tan bien supo acogerlo, existe una calle que lleva su nombre, y una sala en el museo de Churriana de la Vega, en reconocimiento a su dilatada y densas aportaciones al mundo del arte. Se denomina Sala Municipal de Pintura Diego Canca; si bien, en todo el pueblo  y en la capital granadina es más reconocido de forma más genérica  con el nombre de Museo Diego Canca.

Artículo publicado en "El Faro" de Ceuta el pasado 22 de noviembre de 2015
Compartir:
sábado, 21 de noviembre de 2015 | Por: Pedro López Ávila

El nuevo parlamento catalán

"Complejidad" de Diego Canca - www.mileniumgallery.com

Opinaba, en un artículo anterior que la sociedad catalana estaba tan dividida ideológicamente que iba a ser muy complicado bajar de la burra a los dirigentes de los partidos soberanistas catalanes para no proseguir en su ‘clarividencia secesionista’. Todo ello, a pesar de la derrota de los partidos ‘juntos por el sí’ y, por consiguiente, me parecía que esto iba para largo.
Efectivamente, está claro que los que están dispuestos a vivir de la política y a no perder lo que han conseguido de ella han inoculado el virus de que los problemas económicos y sociales que está padeciendo el pueblo catalán (el mismo que el de otras comunidades y países) se resuelven con la independencia de Cataluña.
De esta manera, tan sólo un mes tardaron, los que entran de lleno en lo sucio, para que el nuevo Parlamento Catalán iniciara el proceso de «desconexión con España» y, cómo no, socorridos por los otros, llámense Candidaturas de Unidad Popular, que se les llena la boca de socialismo revolucionario y anticapitalista, y que se muestran muy partidarios del pueblo, pero pactan con partidos imputados en casos de flagrante corrupción. Es decir, pactan al precio que sea con dirigentes que se corresponden con una derecha que tiene instruidas decenas de causas por corrupción (que se ven a sí mismos como águilas, cuando en realidad no son más que gallinazas). Algo así, como si el Ku Klux Klan solicitara los votos a los afroamericanos y estos se los entregaran tan tranquilamente.
Pues bien, a pesar de todo ello, en un acto de inconsciencia y locura, el nuevo Parlamento catalán ha iniciado el proceso de separación de Cataluña del resto España como si aquella fuera una colonia sometida por esta. Peor aún, sin estar constituido el Parlamento en sus órganos de gobierno, inician el proceso constituyente, como república independiente, con el punto de mira puesto en la desobediencia a las normas generales del Estado español al que no se le reconoce su legitimidad.
Claro, que más de la mitad de los catalanes, que sí reconocen la legitimidad de las leyes españolas, tendrán el mismo derecho a desobedecer las leyes que emanen del Parlamento catalán, digo yo, y por consiguiente, democráticamente tendrán el mismo derecho a la desobediencia y no reconocimiento de la nación catalana.
Con todo tipo martingalas, estos martilleadores de palabras y manipuladores de la historia, de la realidad y de las leyes, en las que a decir de algunos medios, presuntamente, han colaborado, para que otros amontonen de forma ilícita más de tres mil millones de euros, en connivencia con miembros de su partido o de otros partidos (cualquiera sabe), pretendan ahora culpar al resto de los españoles de sus desventuras en un acto de irresponsabilidad absoluta.
Sin embargo, lo que más llama la atención, es cómo con sus cínicas y falsas propagandas, han logrado en muchos catalanes infundir el sentimiento de que todos sus males sociales y económicos provienen de los demás, nunca de los dispendios de las políticas antisociales de sus mandatarios, de tal forma, que todo el que no piense como sus «jefes», está engañando al mundo.
No existe la reflexión ni la autocrítica en sus partidos políticos y, si se hurga un poquito en ellos, encontraremos que no son más que inteligencias hundidas y perdidas en la codicia más absoluta y estúpida, que algunos han elegido el sendero de la huida personal al precio que fuere y que han tenido la suerte de encontrarse como aliados en su camino a parásitos y aduladores que, presuntamente, también quieren hacer negocio con política de baja ley que limita con el surrealismo.
El pueblo catalán va a pasar un auténtico calvario, durante mucho tiempo, fundamentalmente, con estas autoridades con las que han hecho causa común: con este ‘genio’ medio abstruso, de colmillo retorcido, mirada de jabalí y cejas a lo Zapatero; con los que se declaran anticapitalistas, antieuropeos y quieren que Cataluña salga del euro; con los que se arrogan la extraña gloria de ser desgreñados y andrajosos; con los tránsfugas; con los que han instrumentalizado el independentismo para no ir a la cárcel y, sobre todo, con los que pertenecen a la rama de los intransigentes que, me parece, hoy se les llama integristas.
Las tropelías que se han venido cometiendo durante mucho tiempo contra aquellos que no se sentían independentistas, parece que se va a instalar definitivamente, durante mucho tiempo, en la sociedad catalana por los cultivadores del despotismo y del nepotismo, expertos oradores de garrulerías al servicio del capitalismo y del anticapitalismo. En fin, de confusiones extraordinarias, pero unidas.
Ahora ha llegado el momento más importante de nuestra historia contemporánea, ahora hay que hacer mucha pedagogía política en Cataluña y en España. No valen los discursos cargados con un énfasis casi castrense y de arengas contra los catalanes. Hay que tener más sensibilidad con los problemas sociales y económicos de nuestra patria, porque de lo contrario, largo me lo fiais y los problemas se encapsularán hasta que algún día sean irresolubles.

Artículo publicado en Ideal el martes 17 de noviembre de 2015




Compartir:
miércoles, 11 de noviembre de 2015 | Por: Pedro López Ávila

Diego Canca

Diego Canca - www.mileniumgallery.com

Dice Canca: “Puedes nacer artista (imprescindible para ejercer en su día como tal), pero si no te formas a través del trabajo intenso, el estudio, la investigación, estar abierto a aprender siempre de los demás , etc… , no se llega a ninguna parte. El artista morirá de la misma forma que nació, sin dar señales de vida” Y es que para nacer artista se hace necesario que surja una imperiosa necesidad en la mente del ser humano por la búsqueda del decir y del expresar, cuando la mente conecta con no se sabe qué o, quizá, con el más allá. De esta manera se produce el acto creativo y el hombre se convierta en el dios creador. Y es que Diego Canca sabe que siente una dolorosa y perseverante necesidad en sus entrañas de estar siempre en la exploración de nuevos hallazgos artísticos para dar sentido al color, a la luz , a dibujos, a contenidos, a estilos y lenguajes nuevos, no solo en pintura, sino en la escultura y la narrativa; sobre todo, cuando él mismo, deliberadamente, impregna al aire de misterio y fantasía con la música. Canca tiene asumido que le urge respirar cambios expresivos para oxigenar su mente creadora, por eso nos equivocaríamos, en rigor, si en lo encorsetáremos, con un raciocinio elemental, dentro de un determinado estilo, pues ello no nos ayudaría a comprender a este espíritu humanista privilegiado. No recuerdo quién dijo que el estilo es una cárcel fabricada por el hombre para guarecerse en ella cuando tiene miedo, cuando se siente perdido o cuando no acierta a ser libre. Sin embargo, a Diego “le seduce el arte emergente. Marcan caminos nuevos, tendencias distintas a las que yo me quiero unir. Estos artistas son los que realmente me ayudan a seguir aprendiendo”. Así, desde su propio pensamiento, podremos entender con más facilidad que la obra de Canca busca pertinazmente el alimento en esa continua lucha por renovarse para nutrir su espíritu innovador. Nos encontramos, pues, ante un artista nato, deseoso de evolución, sumando aportaciones personales que, en definitiva, nos conducen a la realización de un arte de confección propia. El argumento compositivo del pintor ceutí está basado en diversas y variadas temáticas, delimitadas por un exhaustivo estudio de equilibrio, contrastes, tonalidades, pesos de las figuras etc…, que hacen que Diego Canca ejerza su magisterio creador como una leyenda viva de nuestro tiempo más allá de nuestras fronteras.
Compartir: