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Galán Polaino - www.mileniumgallery.com |
Hay
que ver cómo está el mundo: cuando todo hacía presagiar que las revueltas en
Ucrania estaban llegando o habían llegado a su fin, resulta que en una de sus
regiones, en Crimea, se está liando una embrollo de tal magnitud que todo lo
acontecido en el país va a parecer una escaramuza comparado con las dimensiones
a las que está llegando el conflicto.
En
todas las guerras de la historia existen, más o menos enmascaradas,
motivaciones de tipo económico y como quiera que siempre las escriben los
vencedores desde la oficialidad y los vencidos desde la clandestinidad, nos
vamos a topar con versiones encontradas, no sólo por parte de los
historiadores, sino de los propios analistas, según sean oficialistas o del
bando contrario.
El
caso es que con la caída del muro de Berlín el 10 de noviembre de 1989,
conocida en Alemania con el nombre del
cambio, supuso el debilitamiento de la Europa comunista, el avance del
capitalismo y la coexistencia relativamente pacífica entre los E.E.U.U. y
Rusia.
Prácticamente
todos los países de la antigua URSS fueron cambiando sus economías comunistas a
economías de mercado, ante el debilitamiento de las primeras, en las que no
sería exagerado decir que había comenzado una nueva etapa en nuestra historia
contemporánea.
El
problema, a mi parecer, comienza, cuando las mafias de estos países llegan a
establecerse en el poder, de tal suerte que surgen individuos de la talla moral
e intelectual como el ex presidente de Ucrania, Yanukovich, cuyo pasado está
más ligado a pertenencia a bandas criminales que a la política y al ejercicio
democrático.
El
estallido social surge como consecuencia del abusivo enriquecimiento de sus
amiguetes, allegados, familiares y el suyo propio, mientras los trabajadores
empeoran alarmantemente en sus condiciones salariales, de trabajo y, por
supuesto, morales e intelectuales.
Así, no es de extrañar que Crimea,
independientemente de los ocultos intereses económicos que pudiera tener Rusia
sobre la zona, así como su situación geopolítica, económica y estratégica internacional,
haya dicho a a los ucranianos que os den, me quedo como estaba, preferimos
seguir adheridos a Rusia y a sus mafias, cuyo paraguas es más ancho que la de
estos aprendices a oligarcas.
No
debemos olvidar, por otro lado, que en Crimea la mayoría de la población es
Rusa, que el menda en cuestión es pro ruso, que en su afán de ganarse adeptos
promulgó en Ucrania como segunda lengua oficial el ruso y que utilizó el fútbol
como herramienta de cohesión social, pero con el objetivo de que algunos
blanquearan y evadieran capitales.
Son,
por tanto, en muchos países de la antigua URSS, mafias perfectamente
estructuradas, con sus nuevos idearios de esclavitud, las que dominan y en las
que se desenvuelven estos peligrosísimos delincuentes de guante blanco, que
buscaban la alternativa al agotamiento del sistema comunista para amasar
auténticas fortunas en connivencia con los estados.
A
partir de ahora vamos a ver muchos más casos como los de Crimea, pero que no se
engañe nadie, si los intereses económicos de los nacionalismos importan poco o
nada importan a la oligarquía financiera internacional, estarán condenados al
fracaso.
Cuando
todo parecía anunciar un ambiente de esperanza de una Europa unida, el triunfo
de la unidad económica y política del viejo continente, las dos ideologías
rivales -capitalismo y socialismo- habían llegado a su fin y determinadas actitudes combativas entre ambas
se reconciliaban; la consolidación de la burguesía de clase media
-estabilizadora de los sistemas- parece que ha llegado a su fin.
El
panorama económico y social ante el que nos encontramos no puede ser más
desolador: recesión, endeudamiento exterior por encima del PIB, millones de
parados, corruptelas en la clase política, empobrecimiento de la clase media,
hambruna y convulsiones sociales, que los gobiernos tratan de resolver con el
ejercicio de las fuerzas represoras como única solución para atajar
momentáneamente los problemas.
Ahora
tenemos un detonante perfecto para reproducir los viejos enfrentamientos históricos entre Rusia
y el país, que hasta hace muy poco tiempo mantenía la hegemonía económica
mundial, E.E.U.U., falta por resolver la incógnita de China.
El
conflicto en Ucrania (una población profundamente culta) y más concretamente en Crimea, no me parece
un asunto menor. Creo que es una respuesta contundente a las formas de gobiernos
que se proclaman y definen democráticas, pero cuyas prácticas no se
corresponden con sus prédicas. Creo, por consiguiente, que no tienen nada que
ver con nacionalismos o separatismos exacerbados, sino más bien con una honda
crisis direccional del sistema capitalista, que no ha sabido o no ha podido dar
respuestas eficaces a las demandas de la población, especialmente por la
corrupción de sus dirigentes políticos que de unas formas u otras han caído
definitivamente en manos de los mercados
Una
región, de apenas dos millones de habitantes, va a situar al mundo occidental
en una grave encrucijada, cuyas consecuencias son difíciles de aventurar.
Estemos atentos